La muerte de un destacado líder indígena en la Amazonia brasileña tras recibir la vacuna contra el COVID, aumenta la desconfianza de muchos indios a ser vacunados. Los pastores evangélicos afines a Bolsonaro les animan a no hacerlo y aseguran que ellos y su iglesia son la cura.
En la tarde del 19 de enero, el cacique Fernando Rosas Kapi Icho, uno de los más destacados líderes de la tribu de los Katukina (Amazonia brasileña) recibió, en su brazo derecho, la primera dosis de CoronaVac. Usando un tocado imponente hecho de plumas de guacamayo y un collar mate de alto valor espiritual, Fernando se ofreció como voluntario para alentar al pueblo Nôke Kôi (“gente verdadera”) a vacunarse. Fue el primer indígena del estado de Acre en hacerlo.
Fernando Katukina ya se había infectado en 2020 y sabía la importancia de luchar contra Covid-19. Dio ejemplo ante su tribu al recibir este primer pinchazo público ante los medios de comunicación. Pero no llegó a la segunda. Dos semanas después sufrió un paro cardíaco y falleció a los 56 años. Su muerte, por más que los médicos aseguren que no tiene nada que ver con la vacuna –era diabético- , ha reavivado la polémica en Brasil sobre la idoneidad de su uso.
Desde el principio de la pandemia, las autoridades brasileñas han encontrado ciertas resistencias en pueblos indígenas muy tradicionales que desconfían por sistema de este tipo de “remedios blancos” para enfermedades que los propios blancos les transmitieron en el pasado y diezmaron sus tribus. Muchos temían ser usados para ensayar vacunas. A otros les preocupaba la posibilidad de que les metiesen al diablo en sus cuerpos.
En un país donde el propio presidente, acusado de “genocida” por los indígenas, se ha convertido en el principal “conspiranoico” contra la pandemia, la muerte de Fernando Katukina ha dado alas a los “negacionistas” ultraconservadores de religión evangélica, principal apoyo del presidente Bolsonaro desde que llegó al poder.
Bolsonaro, quien se contagió el año pasado y se recuperó, dice que no piensa vacunarse e insiste en que nadie debería hacerlo si no lo desea. Inicialmente se negó a autorizar la compra de la vacuna china Sinovac y dijo en Facebook que Brasil nunca sería “el conejillo de Indias” de nadie. También rechazó la vacuna de Pfizer, citando una cláusula que exime a la firma estadounidense de posibles responsabilidades. Bromeó diciendo que no se podría reclamar a nadie si a las mujeres les salía barba, le cambiaba la voz a los hombres o la gente se transformaba en caimanes.
“Díganles a sus familiares que no necesitan tomar la vacuna. Yo soy Dios, soy la cura”, fue la prédica de uno de estos pastores evangélicos en una comunidad indígena. En whassap, principal medio de comunicación de los indios, les llegan continuamente mensajes contra las vacunas: “os vais a contagiar más; va a alterar para siempre tu cuerpo y tu mente; os va a dejar impotentes; tiene un chip maligno que en dos años os matará…”, con la particularidad de que los usuarios indígenas no contrastan cualquier información que les llegue por el móvil asumiéndola como verdadera.
En el último mes, las asociaciones y colectivos indígenas más grandes de toda la Amazonia brasileña se han unido para lanzar el mensaje pro vacuna por las redes sociales que usan las tribus.
Para saber más:
https://elpais.com/elpais/2021/03/11/album/1615492598_326918.html#foto_gal_10
https://apnews.com/article/noticias-18ca10db07c54a4e1856f98a14e274a5
https://storage.googleapis.com/afs-prod/media/c7eae722205c4643813789533232ac6f/1000.jpeg